“Todos los intentos por hacer que algo sea menos doloroso, lo convierten en más doloroso”. Steven C. Hayes.
La evitación experiencial se define como un fenómeno que ocurre cuando una persona no está dispuesta a ponerse en contacto con sus propias experiencias privadas, como son los pensamientos, sentimientos, recuerdos, sensaciones corporales, tendencias de conducta… incluso cuando eso le ocasione dificultades de comportamiento a largo plazo, ya que intenta alterar la forma y la frecuencia de dichas experiencias y el contexto que las ocasiona.
Steve Hayes define dolor de presencia, con todo lo que está presente y que tu preferirías que desapareciera. Por ejemplo, imagínate que tienes ansiedad social; la ansiedad experimentada en situaciones en las que estás rodeado de otras personas es real y esta presente en el momento que la experimentas, puede que tú desees que desaparezca, sin embargo, la ansiedad persiste, aunque hagas muchos esfuerzos por eliminarla.
Por otro lado, tenemos el dolor de ausencia, referido a todas las actividades que harías si no tuvieses el dolor de presencia. Utilizando el ejemplo anterior de la ansiedad social, imagínate que valorases mucho el comprometerte con otras personas, pero tu miedo te impide conseguir hacerlo de una manera significativa y esa conexión con los demás que tanto deseas, nunca llega a suceder. Este dolor es considerado la cumbre de los dolores, el sufrimiento de los sufrimientos. No solo tienes que apañártelas con el dolor que está presente por tus pensamientos, emociones o sensaciones físicas, sino que también tienes que luchar con el dolor que produce tu propio dolor, ese que te impide vivir la vida que a ti te gustaría, y enfocarte en aquello que es importante y valioso para ti.
La evitación experiencial aumenta el dolor de presencia y a su vez es la fuente más importante de dolor de ausencia.
(Fuente: Adelaxd)
Para entender por qué ocurre esto, es importante tener en cuenta que esta estrategia se elabora a través del lenguaje.
El lenguaje apunta directamente a nuestras reacciones, no a las situaciones, lo que hace que sea imposible controlar el dolor a través del control de las situaciones, ya que cualquier situación se puede relacionar con el dolor, y de esa manera, se evoca.
En el mundo exterior, “si algo no te gusta, puedes imaginarte como echarlo de tu vida, y a continuación, echarlo de tu vida” puede funcionar, pero en nuestro mundo interior, la regla es muy diferente, sería “si no lo quieres, lo tendrás”. Por ejemplo, si no quieres sentir ansiedad, sentirás ansiedad, y cuanto más te resistas a sentir ansiedad, más ansiedad sentirás, lo que derivará en tener una vida cada vez más limitada.
¿QUÉ PODEMOS HACER?
- En primer lugar, date un respiro:
- Puedes enfrentarte a la posibilidad de que esas estrategias de evitación, no vayan a funcionar nunca. Tristemente los hechos muestran que el resultado obtenido es totalmente contrario a los propósitos perseguidos
- Puedes sentir compasión hacia ti mismo, por todos esos intentos por controlar tu sufrimiento.
- Puedes dejar de culparte por no haber conseguido que funcionasen esas estrategias de evitación.
- En segundo lugar, trabaja la “respons-habilidad” de aceptar. Es importante diferenciar entre aceptar “responsablemente” y aceptar “respons-hábilmente”. Aceptar con responsabilidad implica culpa, mientras que responder con habilidad significa reconocer ser capaz de dar una respuesta, y no tiene nada que ver con la culpa. Tu dolor no es culpa tuya, el dolor acompaña al ser humano.
- En tercer lugar, es momento de plantearse la posibilidad de que exista una alternativa a la que has tenido hasta ahora de luchar por controlar tus pensamientos y/o sentimientos. La intención es averiguar qué pasa cuando abandonas esa lucha.
Hay que tener en cuenta, que no es fácil, porque controlar es lo que la mente humana está preparada para hacer.
- En cuarto lugar, hazte a la idea de que esa alternativa al control, puede ser frustrante, pero a pesar de ello, tu historia de vida, te demuestra que esa opción la elegir es la correcta, ya que las estrategias de evitación no han funcionado.
La alternativa a los inútiles esfuerzos por el control de pensamientos y sentimientos, requiere diligencia, honestidad, escepticismo, confusión y compasión por ti mismo.
No es sencillo el camino, ya que tu aliado más importante en él, es tu propio dolor. Pero piensa en todo el tiempo invertido en el control, en no enfrentarte, en evitar las vivencias negativas, y sopesa los resultados obtenidos… entenderás la importancia que puede tener hacer algo distinto y que merezca la pena.
Por último, te invito a leer una metáfora que resume y simplifica todo lo expuesto referente a la evitación experiencial:
Metáfora del tigre hambriento
Imagina que te despiertas una mañana y te encuentras, justo delante de tu puerta, a un adorable cachorrillo de tigre juguetón que está maullando. Por supuesto, metes al zalamero visitante dentro de casa y lo adoptas como mascota. Después de jugar con él un rato, observas que está maullando sin parar y, entonces, te das cuenta de que debe de tener hambre. Le das un trocito de filete rojo, ya que te imaginas que eso es lo que deben de comer los tigres. Haces la misma operación cada día y, día tras día, tu mascota de tigre crece un poquito más. Al cabo de un par de años, has tenido que cambiar la dieta de pedacitos de hamburguesa para tu tigre y ahora le estás dando costillares enteros y mitades de buey. A cambio, él te ruge ferozmente en cuanto siente que es la hora de comer. Tu astuta linda mascota se ha vuelto una bestia salvaje incontrolable, dispuesta a destrozarte si no consigue lo que quiere. La lucha con tu sufrimiento se puede comparar a esta mascota imaginaria de tigre. Cada vez que le das más poder a tu dolor alimentándolo con la carne roja de la evitación experiencial, ayudas al tigre de tu sufrimiento a crecer un poco más. Darle de comer de esa manera parece la mejor opción: El tigre de tu sufrimiento ruge ferozmente advirtiéndote que tienes que alimentarlo con lo que quiere o, si no, te comerá a ti. Pero, cada vez que le das de comer, contribuyes a que tu sufrimiento se vuelva más fuerte, más intimidatorio y a que tenga mayor control de tu vida.
La evitación experiencial no es un proceso intrínsecamente patológico, lo es cuando esta acaba limitando a las personas a hacer lo que realmente quieren en su vida.
Bibliografía:
- Hayes, S. C. (2013). Sal de tu mente, entra en tu vida. La nueva terapia de aceptación y compromiso. Nevada: Desclée De Brouwer.
- Wilson, K. G., & Luciano Soriano, M. C. (2002). Terapia de aceptación y compromiso (ACT): Un tratamiento conductual orientado a los valores. Madrid: Pirámide.
Isabel López Garvía – Psicóloga sanitaria colaboradora en Dana Centro de Psicología